Cuando ser mamá se vuelve sinónimo de soledad.

Ser madre es una de las experiencias más transformadoras de la vida. Pero también puede ser una de las más solitarias, aunque pocas veces se hable de ello. Muchas mujeres sienten que, al convertirse en madres, su identidad comienza a desdibujarse: todo gira en torno a las necesidades de sus hijos y poco queda del espacio para sí mismas.

“¿Dónde quedé yo?”: tal vez te hayas hecho esta pregunta en silencio. Tal vez te miras al espejo y no reconoces del todo a la mujer que ves. La maternidad vino con amor, pero también con exigencias constantes, noches sin dormir, decisiones diarias, y un ritmo de vida en el que es fácil perderse.

Y puede existir una parte que siente una culpa silenciosa. Si te has sentido sola, cansada, o como si tu existencia se redujera a cuidar de otros… no estás sola. Esta sensación la viven muchas mujeres, aunque no siempre se diga en voz alta.A menudo, cuando una madre expresa su cansancio o tristeza, es recibida con frases como “deberías estar agradecida” o “tus hijos te necesitan fuerte”. Eso solo refuerza el aislamiento.

Sentirse abrumada no te hace una mala madre. Te hace humana.

Validar tu experiencia es el primer paso y me gustaría que analizaras las siguientes afirmaciones, e intentes interiorizarlas:

  • Es normal sentir soledad aunque ames profundamente a tus hijos.

  • Es válido extrañar tu antigua vida.

  • Es legítimo necesitar espacios para ti sin sentir culpa.

  • Es esencial recordar que tú también importas.

    Aquí te brindo algunos consejos simples para reconectar contigo:

  • Nómbrate: Cada día, pregúntate “¿Qué necesito hoy?”. Aunque sea algo pequeño: una ducha larga, 10 minutos en silencio, una llamada a una amiga.

  • Pide ayuda sin culpa: No tienes que poder con todo. Apoyarte en otros es un acto de autocuidado, no de debilidad.

  • Crea microespacios para ti: No necesitas una hora entera. A veces 5 minutos de respiración profunda, escribir tus emociones o salir a caminar pueden marcar la diferencia.

  • Conecta con otras madres reales: No las perfectas de redes sociales. Las reales, las que también lloran, dudan y ríen con el mismo cansancio que tú.

    Recuerda que no estás sola: Busca acompañamiento psicológico si lo necesitas. A veces, tener un espacio donde ser tú sin juicios es profundamente sanador. La maternidad no debería ser una prisión emocional. Puedes amar a tus hijos con todo tu ser y aún así necesitar tiempo, espacio y cuidado para ti misma. Honra esa necesidad. Honra tu historia. Y si hoy te sientes sola, que estas palabras sean un abrazo silencioso que te recuerde: aún estás aquí, y aún mereces existir plenamente.

    Con Cariño, Dennise.

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